domingo, 22 de noviembre de 2009

¡Amo a mi periodo!

Antes de generar sospechas o falsas ideas, aclaro que esta entrada de blog no se trata de ponerse feliz al menstruar porque eso significa que una no está embarazada, para nada. Si se atreven, consideren el siguiente punto de vista:

Prácticamente nadie que yo conozca quiere hablar de este tema. Gran parte de los hombres, aterrados, prefieren no oír nada que se le relacione. Gran parte de las mujeres, asqueadas, prefiere evitar recordar su existencia.

Le han puesto diferentes nombres con el fin de no decir las cosas como son, le han atribuido poderosos poderes maléficos, la han sujetado a tortuosos rituales, la han hecho protagonista de horrendos mitos. Es algo natural que por afectar a las zonas íntimas y, sobre todo, por afectar a las mujeres, ha llegado al siglo XXI sin demasiada exploración por parte de las personas comunes y corrientes... lo cual es bastante grave si tenemos en cuenta que la falta de exploración puede equivaler a la supervivencia de antiquísimas creencias erróneas. No es nada de otro mundo, es simplemente la menstruación.

Quien tenga un útero afirmará, es verdad, que ciertos síntomas que trae la menstruación son insoportables. Pero nuestra época apenas presenta desafíos en este ámbito: profesionales de la ginecología, toallitas, tampones, analgésicos, entre otras cosas, son armas a las que podemos recurrir para destrozar todo lo que se ha dicho (y, lamentablemente, todavía se dice) sobre la menstruación.

Y aquí me tomo la libertad de abrir un gran paréntesis y quejarme -al fin y al cabo, es mi blog (risa malévola)- de la estúpida idea que se hacen muchos varones acerca de nuestro estado de ánimo: todos los días me cruzo con al menos uno que jura que si una mujer está de mal humor, está menstruando. Un disparate tremendo, como si todas reaccionáramos exactamente igual ante todo. En fin, aquellos hombres considerados que saben que esto no es cierto y que han aguantado leer hasta este punto, están invitados a pisotear necedades conmigo.

Personalmente, doy la espalda a los poderes maléficos, a los tortuosos rituales, a las acusaciones y a los horrendos mitos. En contrapartida, utilizo a 'esos días' como un momento de inevitable contemplación de la totalidad de mi identidad femenina... y es eso lo que me hace exclamar "¡amo a mi periodo!"



Intenté encontrar una recomendación musical, pero no logré hallar una que realmente se ajustara a lo que pretendo expresar. ¿Y si escribimos una canción?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Alimentemos los ojos, nos urge

Soy un ser humano, al igual que vos. Puedo tener otro color de piel, otro color de cabello, otras creencias, otros gustos, puedo caerte terriblemente mal... pero sigo siendo un ser humano, al igual que vos.

Entonces, ¿me permitís expresarme? A mí y a cualquiera que no estés acostumbrado a ver.

Solamente quería comentar mi descontento por que el Paraguay tenga un campo visual tan limitado. Cualquier color demasiado llamativo, cualquier accesorio extraño, cualquier visión fuera de lo que se conoce es víctima de críticas. Me refiero a la apariencia de la gente: el clásico 'camisa adentro y peinado impecable' es todavía una regla en miles de sitios.

Eso sí, con modas tan ridículas como dolorosas combinaciones de colores fluorescentes y prendas que se visten como uniformes no hay problema alguno, el problema está con quien no se ajusta a esas modas pero tampoco se incluye en lo 'clásico'.

De todas formas, la apertura de las mentes es algo que tarde o temprano vendrá (esperemos que temprano). Mientras, exhibamos el body art en lugares formales para ir empujando las paredes.

Tener ropero es estresante

Y no me refiero al armario en donde uno guarda sus prendas, no. Hablo del mueble ese en donde todo aquél que no es heterosexual 'guarda' su orientación sexual.

Salir del closet le llaman al hecho de que una persona admita en todo entorno que no es heterosexual, que se sale de la norma. Generalmente se espera que todos salgan del closet algún día. Y en esta época no debemos sorprendernos si alguien cercano lo hace. Al contrario, debemos brindar nuestro apoyo.

Porque lo que parece abrir una puerta y dar un paso afuera es mucho más complicado que eso, y desde todo ángulo se arriesga mucho.

¿Mi familia qué va a decir?
Pocas personas víctimas de discriminación corren el riesgo de recibir desprecio por parte de su propia familia. Sin embargo, todavía muchas familias dan la espalda a sus miembros que deciden salir del closet. Es una gran duda el comentarles o no, pues es el primer círculo social que envuelve a una persona y la reacción que pueden tener o es un misterio o es bien conocida y tal vez temida.

Los amigos y las amigas...
Principal punto de apoyo que, si no está bien preparado, puede derrumbarse. Se corre el riesgo de que las amistades del mismo sexo, en una elevación de autoestima, se jacten de ser deseadas y que por esta razón se alejen de un día para otro... o que simplemente no estén de acuerdo.

Ambiente laboral
Si vivís en Paraguay, no sos jefe y no trabajas en un lugar que abiertamente defienda los derechos GLBTTI... burlas, rechazo, preguntas, miedo y un extenso y desagradable etcétera es lo que recibirás, sin mencionar la posibilidad de la 'propuesta indecente' de alguna persona del sexo opuesto que intentará volverte heterosexual. Como si trabajar no fuera lo suficientemente incómodo.

El lugar de estudio
Por lo general este entorno es más relajado y libre, por lo que no es raro encontrarnos con que es el lugar preferido de mucha gente para olvidar su armario por un rato. Pero el riesgo siempre está, por lo que mucha gente prefiere cuidarse.

Lo cierto es que cualquier persona no heterosexual necesariamente posee un closet, y necesariamente tiene que reflexionar si saldrá o no de él. ¿Por qué sucede esto? Imaginemos nada más lo cansador y asfixiante que debe ser el tener las cuatro paredes de un mueble rodeándonos muy de cerca. Este mueble que nadie pidió, que nadie sabía que existía... este mueble que la sociedad te echa encima.

En fin, este siglo es joven, y aún es un tema muy controversial el del closet. Esperemos, eso sí, que esta situación vaya mejorando. Realmente la homofobia ya no es digna de nuestra época.

Mientras tanto, ¿qué tal si nos olvidamos de la existencia de esos malditos roperos, aunque sea por un momento?

sábado, 7 de noviembre de 2009

"Nuestro futuro"

Bueno, quizá aún yo sea muy joven para hablar con total propiedad sobre esto, pero alguna pincelada podría dar... total, a veces soy irreverente.

Cuando me preguntan acerca de mis pretensiones para el futuro y yo contesto con sinceridad, tiendo a volar muy alto. Tiendo, también, a revelar más de lo que desean saber.

Las preguntas, por lo general, se relacionan con la carrera. Al entrar en confianza, surgen las dudas sobre el estilo de vida y, finalmente, "sentar cabeza" ...Y ahí es donde estamos en planos diferentes.

Comúnmente, "sentar cabeza" se entiende como "casarse y tener hijos". Hasta la persona más desordenada del mundo dice que alguna vez lo hará. Pero... ¿realmente es necesario hacer estas dos cosas para asentarse? Me parece un cliché el hecho de casarse y reproducirse. Es un estilo de vida entre varios, entre muchos, que podemos escoger.

En Paraguay, las opciones son limitadas y casi todas ellas complicadas. No por propia voluntad, sino por numerosas trabas sociales. Imaginemos, entonces, lo estrecho que se hace el camino si una elige el himeneo como futuro (aunque a primera vista el casamiento sea algo aceptable): necesitará un marido (porque en esta patria, todavía, solamente es legal el matrimonio heterosexual) y, bueno, hará lo que hacen todas las personas que se casan, eligen a la persona más decente entre las que conocen.

Algo que no siempre se tiene en cuenta es que el matrimonio no es como lo pintan las películas y telenovelas de taquilla, que el amor no es eterno como desde que tenemos memoria nos hacen soñar. Es verdad que, pese a lo que digo, en las relaciones humanas no hay reglas. Podría decirse que solamente hay excepciones. He oído de clásicas relaciones que no son tan clásicas después de todo, pues sobreviven al trajín de este mundo loco, y no todas las relaciones logran eso.

Pero... ¿es tan malo querer seguir nuevos caminos? No querer decirle a una persona "construyamos un futuro juntos" no significa no tener ganas de construir un futuro en soledad. Y tener ganas de construir un futuro en soledad no significa dejar de luchar por mejorar el mundo.

Es tiempo de ampliar las perspectivas y aumentar las posibilidades. Así podríamos, quién sabe, cambiar nuestros objetivos: esto no tiene por qué ser algo malo. Y si nos parece bien adecuarnos al futuro más cliché, por favor no molestemos a aquellas personas que quieren hacer las cosas de manera un poquito distinta.

Canción recomendada de hoy: Autosuficiencia, de Parálisis Permanente