domingo, 27 de diciembre de 2009

¿Momentos perpetuos?

Hace unos minutos realicé una acción que solamente puede surgir tras varios días de aburrimiento general y que en circunstancias normales bajo ninguna condición habría realizado: limpiar mi cuarto.

Lo admito, no es cierto que lo haya limpiado precisamente bien... y tampoco es cierto que limpié la totalidad de mi habitación. De hecho, solamente ordené un cajón. No es algo digno de admiración, pero el punto es que lo hice. El cajón se hallaba repleto de tantas cosas que ya no lo podía cerrar. Eso fue lo que hizo que yo note que debía hacer algo al respecto. Así lo abrí y me puse a revisar para ver de qué me podía deshacer. Cuando la limpieza del cajón terminó, ya pude cerrarlo, y muy bien, porque prácticamente quedó vacío. ¡Había arrojado a la basura el 80% de su contenido!

Por lo que veo, tengo alguna tendencia a acumular cosas inservibles. O solo me creo capaz de preservar cada momento de mi vida. Pero no soy la única. Quizá esta extraña actitud no sea cosa mía, sino algo que me han inculcado y que sin darme cuenta asimilé rápidamente.

Es frecuente encontrarnos con souvenirs en varios lugares: bodas, fiestas de cumpleaños, puntos turísticos, reuniones, y un extenso etcétera. La gente busca que sus momentos queden perpetuados de alguna u otra forma y, si no hay un objeto que sirva para recordarlo, éste es simplemente fabricado. De esa manera algunas personas coleccionan flores dentro de los libros, mechones de cabello, cartas... cualquier cosa tangible que al ser vista de nuevo pueda remontar a la persona al momento exacto que desea atesorar.

Es que algunos momentos son tan deliciosos que deseamos que no terminen jamás. Algunos instantes nos dan ganas de detener el tiempo y poder quedarnos ahí, así, para siempre. Y acaso el saber que un momento tarde o temprano va a llegar a su final hace que nos aferremos a él con más fuerza.

Pero el momento está siempre en el pasado y no hay manera de hacerlo volver. Y, a veces, los souvenirs que nos inventamos realmente no nos servirán para absolutamente nada en el futuro, como sucedió con todos los momentos que metí en un cajón y ahora ya ni recuerdo.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Lo que toda mujer joven debe saber

Múltiples confusiones genero en la gente y la gente genera múltiples confusiones en mí con respecto a mi edad. Día a día es una sorpresa para alguien el enterarse de mi edad real, porque "no la aparento".

Si mis planes resultaron, ahora tengo tu atención, así que confieso: mentí al iniciar esta entrada, no genero ninguna confusión en la gente: la gente está firmemente convencida de que tengo diez o quince años más de edad que los que realmente tengo. Pero la gente sí genera confusiones en mí: gracias a mis variadas edades, pude notar la diferencia en el trato que me brindan en los diversos lugares. Y gracias al trato que me brindan, he sacado unas pocas pero instructivas colclusiones (quede claro que esto es meramente ironía):

-Ser mayor significa ser débil y no estar apta para casi ninguna actividad.
-Ser mayor es sabiduría... sí, ¡para muchas culturas, excepto la mía! A nadie le interesa lo que sepas, pienses u opines. Si en tu cuerpo la juventud no es evidente, no te molestes en buscarte un lugar, porque no hay lugar para la gente que no es joven.
-Alegría, hay que mostrar mucha alegría. Mientras más estúpida sea la sonrisa, mejor. Nunca cae bien una persona que sonríe poco, porque la gente que no es alegre es vieja, y no ser joven es malo.
-¿A quién le interesa que tu cuerpo sea una compleja máquina con un funcionamiento magistral? Lo que importa es que tu cuerpo tiene una silueta, así que ¡a exhibir esa silueta para llamar la atención de cualquiera!
-Sos libre de cometer todos los vicios que quieras a la hora de hablar. Mientras mejor hables, mayor creerán que sos.
-Nada de gustos, preferencias, aficiones, pensar por cuenta propia y toda esa porquería: hay que vestir, calzar, usar, decir, pensar y hacer lo que al menos el 80% de las mujeres jóvenes vistan, calcen, usen, digan, piensen y hagan.
-¿Kilos de más? Te presento a mis amigas, Bulimia y Anorexia. Ellas te ayudarán con tu problema. Porque te comento que tener kilos de más es un problema... uno muy grave.
-La juventud no es un conjunto de edades, es un grupo de parámetros que la sociedad impone, y del cual estás fuera si note ajustás a esos parámetros. Y no, no querés estar fuera de ese grupo.

Espero que esas conclusiones sean útiles a cualquier persona que quiera sentirse joven por fuera (porque cómo te sientas por dentro es seguramente una historia aburrida).

¿Alguna experiencia similar, lectores/as?


Canción recomendada: Californication, de Red Hot Chili Peppers

domingo, 6 de diciembre de 2009

Nada me afecta

Algo maravilloso que esta era nos brinda es la capacidad de comunicarnos veloz y eficientemente con las demás personas, casi sin importar el punto del planeta en que ellas se encuentren. Los medios de comunicación han crecido, siguen creciendo y nos resultan muy útiles. Pero para alguna gente son abrumantes.



Los medios masivos, gracias a la instantaneidad con la que reciben información, pueden priorizar los hechos a su antojo y nos muestran "lo que el público quiere ver", dicen, cuando en realidad lo que hacen es mostrar lo que desean que veamos. Un ejemplo más que evidente es cuando la muerte violenta de una persona se hace noticia: detallan magistralmente la agonía del/la difunto/a y, como si no fuera ya una tremenda falta de respeto, imágenes del cadáver y de sus tristes seres queridos llegan a nuestros periódicos y televisores. Ahí nos damos cuenta de que el personaje no era un ser humano, era una noticia.



Otra 'joyita' de los medios masivos es la que se construye con la ayuda de la publicidad: bebidas alcohólicas cuyo consumo promete llevarnos al éxito; productos de limpieza y electrodomésticos destinados ÚNICAMENTE a las madres, que necesariamente son amas de casa y cuya mayor gloria en la vida es poder limpiar todas las manchas; mensajes de texto que solucionarán todos nuestros problemas... en fin, la venta de un mundo que no debería existir y que, lamentablemente, compramos.



Pero no solamente los medios masivos se abruman con la tecnología. Una persona común y corriente, si así puede decirse, consciente de que hace cuestión de diez años obtener una fotografía o una filmación llevaba más trabajo, decide llenar la memoria de su teléfono móvil con imágenes capturadas bajo engaños de una persona en plena actividad sexual y no se conforma con eso, sino que las difunde, para terminar de acabar con la privacidad de esa persona. Corríjanme si me equivoco, pero... ¿eso no es un delito y un atropello a un derecho humano? Y sobre los comentarios que hacen quienes ven esos vídeos o fotografías (comentarios que suelen dirigirse con más crueldad a la mujeres que aparezcan en ellos), diré lo siguiente: ¿en pleno siglo XXI siguen pensando que tener vida sexual es algo malo? Y peor, ¿la invasión de la privacidad de alguien ni le va ni les viene?



Y todo eso que se escucha, se ve, se dice, está acabando con nuestra capacidad de discernir entre lo útil y lo inútil. Hemos desarrollado cierta inmunidad a los hechos. Hoy recibimos algo chocante y hoy mismo lo desechamos, sin que se produzca efecto alguno en nuestras mentes. No sé si en otras partes del mundo la situación será similar, pero desde mi pequeño hogar noto que tecnología avanzada y mentalidad retrógrada forman una pésima combinación.


Canción recomendada: Can't stop now, de Keane