miércoles, 21 de abril de 2010

Si la rutina te acongoja

Casi todos y todas nos encontramos actualmente dentro de la cruel trampa de llevar una vida monótona. Quienes no lo están, quizá alguna vez lo hayan estado, o probablemente lo estén en el futuro. La rutina cuenta como una experiencia que nos agarra siempre, nos preparemos o no.
Y se vuelve tortuosa esta clase de vida, ¿no es cierto? Despertar todos los días a la misma hora, realizar nuestras actividades ya aprendidas de memoria, no esperar ninguna sorpresa, acostumbrarse a todo y, finalmente, que la esperanza dentro de nosotros merme cada día más.
Por lo general, aunque no nos demos cuenta, nos sentimos algo cómodos con la rutina: no tenemos que estar constantemente planeando las cosas, hacemos todo como siempre se ha hecho y no nos preocupamos porque conocemos nuestra situación a la perfección.
De todas formas, en el fondo persiste una pequeña rebeldía, la parte que todos escondemos y tratamos de reprimir, pese a ser la misma imposible de domar por completo. Esta pequeña rebeldía es la que estalla en aquellos momentos en que decimos "estoy harto/a". Quien se haya visto presa de una abrumadora rutina podrá decirme que más de una vez ha querido arrojar todo por la borda y comenzar algo completamente distinto.
No obstante, añadiría una consideración más, algo que no siempre nos tomamos la molestia de contemplar: la rutina puede hacerse soportable. Es cuestión de valorar pequeños detalles que normalmente ignoramos. Cualquier pequeño cambio que pueda ser hecho, debe hacerse.
Esto, claro, para volver la situación lo más posible a nuestro favor mientras buscamos nuevos horizontes.