domingo, 6 de diciembre de 2009

Nada me afecta

Algo maravilloso que esta era nos brinda es la capacidad de comunicarnos veloz y eficientemente con las demás personas, casi sin importar el punto del planeta en que ellas se encuentren. Los medios de comunicación han crecido, siguen creciendo y nos resultan muy útiles. Pero para alguna gente son abrumantes.



Los medios masivos, gracias a la instantaneidad con la que reciben información, pueden priorizar los hechos a su antojo y nos muestran "lo que el público quiere ver", dicen, cuando en realidad lo que hacen es mostrar lo que desean que veamos. Un ejemplo más que evidente es cuando la muerte violenta de una persona se hace noticia: detallan magistralmente la agonía del/la difunto/a y, como si no fuera ya una tremenda falta de respeto, imágenes del cadáver y de sus tristes seres queridos llegan a nuestros periódicos y televisores. Ahí nos damos cuenta de que el personaje no era un ser humano, era una noticia.



Otra 'joyita' de los medios masivos es la que se construye con la ayuda de la publicidad: bebidas alcohólicas cuyo consumo promete llevarnos al éxito; productos de limpieza y electrodomésticos destinados ÚNICAMENTE a las madres, que necesariamente son amas de casa y cuya mayor gloria en la vida es poder limpiar todas las manchas; mensajes de texto que solucionarán todos nuestros problemas... en fin, la venta de un mundo que no debería existir y que, lamentablemente, compramos.



Pero no solamente los medios masivos se abruman con la tecnología. Una persona común y corriente, si así puede decirse, consciente de que hace cuestión de diez años obtener una fotografía o una filmación llevaba más trabajo, decide llenar la memoria de su teléfono móvil con imágenes capturadas bajo engaños de una persona en plena actividad sexual y no se conforma con eso, sino que las difunde, para terminar de acabar con la privacidad de esa persona. Corríjanme si me equivoco, pero... ¿eso no es un delito y un atropello a un derecho humano? Y sobre los comentarios que hacen quienes ven esos vídeos o fotografías (comentarios que suelen dirigirse con más crueldad a la mujeres que aparezcan en ellos), diré lo siguiente: ¿en pleno siglo XXI siguen pensando que tener vida sexual es algo malo? Y peor, ¿la invasión de la privacidad de alguien ni le va ni les viene?



Y todo eso que se escucha, se ve, se dice, está acabando con nuestra capacidad de discernir entre lo útil y lo inútil. Hemos desarrollado cierta inmunidad a los hechos. Hoy recibimos algo chocante y hoy mismo lo desechamos, sin que se produzca efecto alguno en nuestras mentes. No sé si en otras partes del mundo la situación será similar, pero desde mi pequeño hogar noto que tecnología avanzada y mentalidad retrógrada forman una pésima combinación.


Canción recomendada: Can't stop now, de Keane

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