domingo, 17 de julio de 2011

Del fútbol y las bajas prácticas que el mismo, sin fundamento y cobardemente, justifica y protege

Aunque me importe un carajo el fútbol, no puedo evitar notar los comentarios discriminatorios que el fútbol provoca. Y me importa un carajo lo que van a comentar los fanáticos del fútbol sobre esto, pero concluyo que el fanatismo futbolístico sirve de escudo para hacer pasar por legítima la siempre infundada discriminación.

Por lo menos en mi entorno, constato que el fanatismo, el enceguecedor fanatismo, cuando gira en torno al fútbol, no genera jamás una actitud de superación personal ni de alegría por los triunfos propios, sino una actitud de encontrar placer en el fracaso de otros y de sacar a flote lo más inescrupuloso de uno mismo... aunque eso es, quizá, característica inherente a cualquier tipo de fanatismo.

Veamos:

xenofobia, presente. Aquí existe un particular e irracional odio dentro del promedio de la población, en especial la población futbolera, hacia la persona de otro país. Claro ejemplo es el estúpido odio hacia los argentinos, odio ridículo que es fruto de una convergencia de diversos motivos, ninguno lo suficientemente potente, pero todos útiles a la hora de escudarse tras el fanatismo, como un falso pero exaltado nacionalismo que a su vez proviene del desconocimiento de la historia de nuestro país y del desconocimiento de la situación actual y que no es más que una carencia de, por así llamarle, una falta de «autoestima nacional». Es un resentimiento por algo de lo que no tenemos la culpa las generaciones de hoy, pero de lo cual podemos hacernos cargo mediante la eliminación de prejuicios y la construcción de una verdadera apreciación de quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser, sin compararnos con los demás, sin menoscabarlos y sin menoscabarnos.

Homofobia, tal vez debe ser la primera de la lista. En un ambiente futbolero promedio, es bien visto y se considera necesario el emitir ofensas hacia el adversario que impliquen un desprecio por su homosexualidad, como si el adversario fuese homosexual, como si la homosexualidad fuese algo malo. Porque el «herir» la heterosexualidad ajena ensalza la heterosexualidad propia. Porque el fútbol no se trata de dos equipos jugando a quién mete más veces el balón en un arco, sino de quién rebaja más, como le sea posible, al otro.

¿Machismo? ¡Pero claro que sí! Es de común creencia que el cerebro femenino no puede comprender el fútbol. Incluso al haber mujeres que demuestren entenderlo, normalmente se duda de la cultura futbolística de dichas mujeres. Es más, algunas atrevidas hasta pretenden jugarlo, pero eso sí, en torneos separados, porque queda claro que el fútbol de mujeres no es fútbol. Nadie se acuerda ni presta atención en nuestro entorno a los torneos femeninos, y las futbolistas de aquí no ganan ni en sus más dulces sueños lo que ganan los varones. Recuerdo el caso de la mexicana Maribel Domínguez, alias Marigol, quien solicitó participar en un equipo masculino, y a quien la FIFA le había cerrado las puertas, le negó la oportunidad. ¿Miedo a que ella se pudiese desempeñar de igual a igual con los hombres y probara que los prejuicios machistas del fútbol eran absurdos? Algo me huele a que sí.

Racismo, sin duda alguna. Por una cuestión de poseer ciertos rasgos físicos que denoten nuestra raza, nuestro origen, que delaten que somos diferentes, podemos ser víctimas de ofensas en el ambiente del fútbol. Como si los rasgos físicos fueran prueba alguna de la superioridad de una persona sobre otra, cosa que no existe. Pero el fanatismo, siempre controlando los actos de todos, usa la raza como un motivo más para discriminar en vano a otra persona.

Discriminación por edad, por religión, por lo que quieras. Hay para todos. Hay suficiente. Hay de sobra. Los tipos de discriminación que cité son solo algunos, los que con más frecuencia he notado, y sus ejemplos son solo una pequeña muestra de las numerosas maneras que tiene la gente de discriminar.

El tan exitoso fútbol administra su negocio muy bien internamente: funciona, es grande, gusta a millones de personas en el mundo entero. Pero de las actitudes negativas que genera en la sociedad, me pregunto, ¿se hará cargo alguna vez?

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