jueves, 23 de junio de 2011

¿Seré? Y si soy, ¿qué seré?

Los dos motivos por los cuales decidí volcarme a la carrera de Letras están, nuevamente, convergiendo. El primero de ellos era mi afición por la literatura y el deseo de realizar un estudio más razonado de ella. El segundo, mi gusto por la lingüística. De nuevo, surge la duda: ¿a qué me dedicaré? Si bien ambas cosas me apasionan y para ambas tengo cierto "talento," temo que al querer abarcar demasiado, termine apretando poco.

Un problema es el ambiente en mi actual lugar de residencia para ambos campos: si me vuelvo crítica o investigadora literaria, inclusive escritora, las oportunidades de conseguir un trabajo que me dé de comer en la rama de la literatura son prácticamente inexistentes. En la lingüística, si bien las oportunidades de iniciar investigación en la disciplina son amplias (cortesía del país bilingüe), el apoyo que necesita un incipiente investigador sería muy, pero muy difícil de conseguir.

Hablando de la carrera, abro un paréntesis para mencionar que entre los estudiantes se puede ver muy bien quiénes son las personas que la siguen porque creen que es un curso de gramática y quieren dedicarse a la docencia. Lo lamentable es que el plan curricular está diseñado para dar a entender que la gramática (estudio de un idioma en particular) es la espina dorsal de estos estudios, y no la lingüística (estudio de las lenguas en general)... mucho menos se toma en cuenta que el núcleo de la carrera es, en realidad, la literatura.

Lo lamentable es que el plan curricular haya sido quizá elaborado por gente capaz, pero definitivamente pulido y aprobado por gente influenciada por un ambiente de docencia de colegio y que se enfoque a crear principalmente, pues, docentes de colegio.

No hacen falta más profesores, ya tenemos muchos. Lo que hace falta es formar mejor a los que ya tenemos. No es justo forzar a los estudiantes con talento, ganas y potencial para otras ramas a frustrarse eternamente como profesores de Lengua Española en un colegio. No es justo oprimir la apertura de nuevos campos de estudio y de creación artística. No es justo intentar educar poniendo a los estudiantes en moldes para que salgan todos iguales. No es justo ocultar las demás opciones.

La enseñanza debería abarcar el universo del saber y ofrecer la mayor cantidad posible de elecciones para que la persona, ya con los conocimientos adquiridos, tenga la potestad de decidir qué hacer con ellos.

Volviendo al tema inicial, si algo sé, es que no me dedicaré a la gramática española (al menos no por gusto). Si hay algo que sé aun con más certeza, es que no me dedicaré a la docencia (al menos no por gusto).

Veremos dónde iré a parar: ¿escritora, crítica literaria, investigadora literaria, lingüista? Lo averiguaré con el tiempo... supongo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario