lunes, 14 de noviembre de 2011

Renacer de la vida urbana en el casco antiguo


Asunción es una ciudad de esqueleto colonial pero de corazón joven, que por mucho tiempo fue el único centro urbano de referencia para el país. En particular el casco antiguo. Se escuchan las historias de adultos mayores de cincuenta que cuentan cómo antes las más esperadas actividades era sentarse en los balcones o en las veredas para ver pasar los corsos o las típicas caminatas en las mañanas de sábado por la calle Palma.


En las últimas décadas, este casco antiguo ha perdido un poco de atractivo para la gente de sus alrededores. Pese a conocer las historias de la anterior vida que tenía esta zona, toda mi infancia la pasé observando cómo es un lugar prácticamente muerto fuera del horario "de oficina". Sin nada que hacer, sin ningún lugar que visitar, sin estímulos que nos lleven a dirigirnos a ese lugar.


Sin embargo, hace cuestión de meses, quizá unos pocos años, venimos presenciando una lenta revitalización del casco antiguo como centro de la vida urbana: jóvenes artistas que abren espacios para expresarse, gente que de nuevo prefiere buscar actividades en el centro, los típicos restaurantes que no dan abasto para los numerosos visitantes, los edificios emblemáticos vueltos sitios de interés histórico y turístico, sitios dedicados al arte con su pequeño pero fiel público...


Uno de los sitios en donde se puede notar la vuelta a la vida de la zona como corazón urbano de la ciudad es el Puerto de Asunción. Una vez al mes, Puerto Abierto da lugar a la Feroz Feria Guasu, en la cual, aparte de los mismos productos expuestos, hay presentaciones de diversos artistas, proyectos socioambientales, entre otras atracciones. Una gran variedad de propuestas que conduce a una mayor concurrencia de gente. Al ser la población del país en su mayoría gente joven, este evento reúne una diversidad enorme de la juventud paraguaya, además de turistas y expositores provenientes de otras zonas y gente de distintas edades. Se ven personas que tal vez no sería posible ver reunidas en otro sitio, lo cual es único. Personas de diversas procedencias, con gustos diferentes, con ideas diferentes, reunidas en un mismo lugar, expresándose y viendo a otros expresarse.



Y no es el único evento de estas características, lo sé. Se puede ver cómo hay gente reunida en el centro en otros eventos, en otros lugares, fuera del horario de mayor actividad de esa zona. Hay nuevos locales abiertos, en espera de gente que decide regresar a esta parte más vieja de la ciudad para pasar un momento inolvidable. Porque, al menos por ahora, la sensación que se tiene en esas reuniones en el centro es muy especial: se puede armar barullo, pero, a la vez, aún existe una relativa tranquilidad, la cual parece crear una atmósfera protectora, una privacidad. Todo suma para sentirse rara, pero cómoda, como en ningún otro lugar.


Y, si alguno recuerda, sobre todo aquella gente mayor que yo, que hace unos años la actividad en el centro era mucho menor, y atractiva para muy poca gente. Tal vez no notemos esto claramente, porque es un proceso lento, de los que no nos damos cuenta hasta que se acaban, pero el casco antiguo está sufriendo una gradual revitalización, de un interesante tinte artístico. Me alegra mucho poder ser testigo de la transición que promete transformar la percepción que tenía de la cultura urbana en esta ciudad tan querida, e insto a otras personas a que vayan documentando todo lo que puedan. Estoy convencida de que, en pocos años, la vida en el casco antiguo habrá cambiado tanto que nos preguntaremos cómo sucedió.

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