viernes, 8 de enero de 2016

Cuerpo en protesta (I) - Nadie tiene por qué darme una opinión que no pedí sobre mi cuerpo

Fuente: http://goo.gl/J7exwx

Recientemente, perdí un total de diez kilos. Mucha gente me dice que me ve más delgada, y eso no me hace sentir para nada bien. En esta pequeña serie de cuatro partes, voy a explicar por qué. Imagino que habrá mucha gente que se sentirá identificada, al menos en parte, pero voy a exponer una perspectiva muy personal, por lo que mis vivencias no necesariamente reflejan las vivencias de otras personas en esta situación.

1. Nadie tiene por qué darme una opinión que no pedí sobre mi cuerpo

No puedo soportar que las personas asuman que está bien comentar sobre el cuerpo ajeno sin pedir permiso. No hay diferencia para mí entre la amiga que te dice que estás flaca y el desconocido que te elogia el culo cada vez que pasás frente a él en la esquina. Yo sé que las intenciones son buenas, pero las intenciones no siempre tienen el resultado esperado. No estoy de acuerdo con que “flaca” sea un cumplido.

En la pubertad, de un día para el otro, tomé conciencia de mi cuerpo y tomé la conclusión de que ese cuerpo era feo, que yo era fea. Desde los doce años siento que mi cuerpo no es adecuado: no tiene el tamaño adecuado, la forma adecuada, la piel adecuada. Y no estoy sola, casi cualquier mujer puede decir algo similar. Si bien al pasar los años una aprende a aceptar ciertas cosas, la verdad es que muchas mujeres nos sentimos incómodas y molestas por tener el cuerpo que tenemos por el resto de la vida. Y esto sucede a veces incluso después de hacer todo lo que creemos que tenemos que hacer para no odiarnos. Seguimos odiándonos después de bajar los kilos que nos propusimos, después de marcar músculo, después del tratamiento para el acné, después del alisado de cabello, después de la cirugía.

Para una persona que sufrió por años tratando de disimular que tiene un cuerpo, no es agradable escuchar que la gente se da cuenta de la existencia de su cuerpo. Y no es agradable escucharlo en el tono en que lo dicen, con alegría, con ánimo, sin dejar ninguna duda de que están contentos porque ahora tenga este nuevo cuerpo más lindo que el de antes. Porque ese cuerpo de antes seguía siendo yo, y es una mierda escuchar que la gente, sin ningún problema, te dice que antes no valía la pena mirarte o notar tu existencia y ahora sí.

Porque no puedo saber qué otra persona pueda estar sintiendo lo mismo, yo decidí no volver a hacer jamás ningún comentario sobre el cuerpo de nadie si no me lo piden ni me dan permiso. Decidí pensar en esto que antes hacía sin pensar. Y me alegrará si leer esto hace que alguien más reflexione sobre lo que daba por hecho (el derecho de opinar sobre el cuerpo ajeno) y tome una decisión.

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