domingo, 24 de enero de 2016

Cuerpo en protesta (III) - La delgadez y la salud


—¡Doctor! ¡Fui empalada!
—Bueno, quizás te sentirías mejor si perdieras algo de peso.

3. La delgadez y la salud

Veamos: por mi estatura y mi peso, de acuerdo al cálculo de Índice de Masa Corporal (IMC), estaba en el rango de la obesidad tipo 1, y ahora estoy en el rango del sobrepeso. Admito que, cuando vi la palabra “obesidad” me austé y me propuse bajar los kilos que hicieran falta para no volver a leer esa palabra nunca más. Cuando llegué al sobrepeso, dije: “Bien, pero todavía me falta”.

Nada sabía yo de que el bendito IMC tiene varios defectos: no considera la contextura, arroja resultados bajos para gente de estatura baja y altos para gente de estatura alta, no tiene en cuenta si el peso está compuesto por grasa o por músculo y, no probó realmente que todas las famosas enfermedades “de gordo” se den con mayor frecuencia en gente “obesa”. En síntesis, no necesariamente mi salud dependía de ese resultado ni se debía a él.

De hecho, mi salud toda la vida fue bastante buena. Y, de hecho, el año en que engordé (un año antes de calcular si era o era obesa) tuve el peor estado de salud de mi vida. Por supuesto que fue tentador confundir correlación con causalidad. Tuve por única vez en la vida un leve ascenso en mi presión, me agitaba al subir a mi departamento en un segundo piso, moría de sueño todo el tiempo, no quería saber de la vida. Pero nada de esto es, al menos no directamente, consecuencia de la gordura. Mi presión subió porque todo lo que comía tenía condimentos altos en sodio, mi resistencia bajó porque la actividad física que hacía era prácticamente nula, moría de sueño porque tenía varias carencias nutricionales que no atendía, y moría de sueño porque tener dos trabajos, una práctica docente y estudiar por la noche agota a cualquiera, física y mentalmente. No querer saber de la vida se comprende y se espera en esa situación de estrés.

El sobrepeso fue una cuestión secundaria que se dio a consecuencia de mis hábitos, pero no fue precisamente la causa de mis males. Cuando empecé a atender un poco más mi alimentación y a hacer ejercicio, todos estos problemas rápidamente se resolvieron. ¿Y saben qué? No había bajado un puto gramo. Desde ahí hasta que empecé a perder peso pasaron varios meses, y mi salud estaba bien. Muchas personas te felicitan cuando adelgazás porque dicen que es algo bueno para tu salud. Y sí, cortar con las comidas procesadas y hacer ejercicio por supuesto que son cosas buenas para la salud, y es probable (no indefectible) que al hacerlo pierdas peso, pero no a todas las personas esos hábitos le hacen perder peso tan fácilmente, y aun así mejoran su salud.


En síntesis, a menos que tengas en mano todos los resultados de sus estudios, no es seguro asumir nada sobre la salud de una persona basándote solo en su apariencia.

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