—¡Doctor! ¡Fui empalada!
—Bueno, quizás te sentirías mejor si perdieras algo de peso.
3. La delgadez y la
salud
Veamos: por mi
estatura y mi peso, de acuerdo al cálculo de Índice de Masa
Corporal (IMC), estaba en el rango de la obesidad tipo 1, y ahora
estoy en el rango del sobrepeso. Admito que, cuando vi la palabra
“obesidad” me austé y me propuse bajar los kilos que hicieran
falta para no volver a leer esa palabra nunca más. Cuando llegué al
sobrepeso, dije: “Bien, pero todavía me falta”.
Nada sabía yo de
que el bendito IMC tiene varios defectos: no considera la contextura,
arroja resultados bajos para gente de estatura baja y altos para
gente de estatura alta, no tiene en cuenta si el peso está compuesto
por grasa o por músculo y, no probó realmente que todas las famosas
enfermedades “de gordo” se den con mayor frecuencia en gente
“obesa”. En síntesis, no necesariamente mi salud dependía de
ese resultado ni se debía a él.
De hecho, mi salud
toda la vida fue bastante buena. Y, de hecho, el año en que engordé
(un año antes de calcular si era o era obesa) tuve el peor estado de
salud de mi vida. Por supuesto que fue tentador confundir correlación
con causalidad. Tuve por única vez en la vida un leve ascenso en mi
presión, me agitaba al subir a mi departamento en un segundo piso,
moría de sueño todo el tiempo, no quería saber de la vida. Pero
nada de esto es, al menos no directamente, consecuencia de la gordura. Mi presión
subió porque todo lo que comía tenía condimentos altos en sodio,
mi resistencia bajó porque la actividad física que hacía era
prácticamente nula, moría de sueño porque tenía varias carencias
nutricionales que no atendía, y moría de sueño porque tener dos trabajos, una práctica docente y estudiar por la noche agota a cualquiera, física y
mentalmente. No querer saber de la vida se comprende y se espera en esa situación de estrés.
El sobrepeso fue una
cuestión secundaria que se dio a consecuencia de mis hábitos, pero
no fue precisamente la causa de mis males. Cuando empecé a atender
un poco más mi alimentación y a hacer ejercicio, todos estos
problemas rápidamente se resolvieron. ¿Y saben qué? No había
bajado un puto gramo. Desde ahí hasta que empecé a perder peso
pasaron varios meses, y mi salud estaba bien. Muchas personas te
felicitan cuando adelgazás porque dicen que es algo bueno para tu
salud. Y sí, cortar con las comidas procesadas y hacer ejercicio por
supuesto que son cosas buenas para la salud, y es probable (no indefectible) que al hacerlo pierdas peso, pero no a todas las
personas esos hábitos le hacen perder peso tan fácilmente, y aun
así mejoran su salud.
En síntesis, a menos que tengas en mano todos los resultados de sus estudios, no es seguro asumir nada sobre la salud de una persona basándote solo en su apariencia.
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