domingo, 15 de febrero de 2015

Guía básica para la menstruación

Así como en los colegios enseñan sobre métodos anticonceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual (con sus grandes falencias, que mencionaré tal vez en otro artículo), deberían enseñar sobre la menstruación.

Por lo menos para la mayoría de las mujeres que conozco, la experiencia fue similar: pasar la infancia más o menos ignorante del hecho de la menstruación, tenerla, asombrarse/asustarse, ir corriendo a pedir explicaciones a la madre. Tenemos entendido que la madre es la que enseña a la hija lo que hay que hacer cuando empieza a menstruar.

Pero las madres pueden equivocarse a veces, o pueden estar mal informadas y transmitir a sus hijas esa información incorrecta. No digo que padres y madres dejen de hablar de estas cosas con sus hijos e hijas: es importantísimo que lo hagan. Pero sí digo que las escuelas no pueden ignorar algo que inevitablemente afecta o afectará a la mitad de su cuerpo de estudiantes.

No puede ser que en pleno siglo XXI haya aún mujeres adultas que piensen que no deben lavarse la cabeza, que no conozcan las distintas opciones para contener su flujo y mitigar el dolor o, peor aún, que hayan pasado su infancia sin saber que la menstruación ocurriría. Así que a continuación haré un resumen con los temas básicos que me gustaría se enseñaran en las casas y escuelas.

El mito del lavado de cabeza
Esto creo que es solo una creencia paraguaya, que afortunadamente no existe en otros lugares (al menos que yo sepa). Como toda creencia popular, cambia de versión según quién te la cuente, pero va más o menos así: se recomienda a las chicas no lavarse la cabeza durante su periodo -algunas dicen que solo los primeros tres días, otras todo el periodo, no está establecido por cuánto tiempo- porque alegan que eso trae consecuencias, que, según lo que escuché, también varían: desde el dolor (que sí puede ser, más abajo comento sobre las bajas temperaturas) hasta la locura y la esterilidad. Aclaremos que no hay relación alguna entre la higiene capilar, la menstruación, la salud mental y la fertilidad. Lávense cuantas veces deseen. Si hace frío y deciden lavarse, usen el secador y abríguense.

Opciones de higiene para contener el flujo
Veo que este campo es un completo misterio para muchas mujeres, que conocen una o dos opciones. La realidad es que hay una interesante variedad:

1. Las toallitas higiénicas



Son unas almohadillas que se adhieren a la ropa interior y absorben el flujo. Vienen en distintas formas, grosores y tamaños, de acuerdo a las necesidades de cada persona. Algunos modelos tienen alas, que ayudan a mantener las toallitas en su lugar. Ventajas: son fáciles de usar, no invasivas (nada que insertar), no hay riesgo de intoxicación. Desventajas: son propensas al desbordamiento, el flujo se esparce por toda la vulva y pueden moverse de su lugar.

2. Toallitas reutilizables

Se utilizan de la misma manera que las toallitas desechables y poseen las mismas ventajas, salvo que se pueden lavar y reutilizar. Ventajas adicionales: menor contaminación ambiental debido a la reducción de desechos, se pueden hacer en casa (con los diseños y colores que queramos), son muchísimo menos costosas. Desventajas: quizás no son la opción más recomendable para la noche, el posparto y los flujos muy intensos.

3. Tampones




Son unos cilindros de material absorbente que se insertan en el canal vaginal y absorben el flujo. Poseen un hilo para poder tirar de él y retirarlo. Vienen en varios tamaños para utilizarlos de acuerdo a la intensidad del flujo. Ventajas: mantienen limpia la vulva, ya que el flujo se absorbe dentro del cuerpo; el riesgo de desbordamiento es nulo o ínfimo; son muy cómodos para prácticar deportes; no se mueven de su lugar. Desventajas: presentan riesgo de intoxicación, que se puede evitar tomando medidas de seguridad (lavarse las manos antes de manipularlos, no tener puesto el mismo tampón por más de ocho horas, conservar los tampones en su envoltorio antes de usarlos); el impacto ambiental es muy grande, ya que los tampones desechados no suelen ser biodegradables.
Aclaración importante: ni los tampones ni otras opciones "insertables" afectan la virginidad. Si no te enseñaron a usar tampones miedo a que dejes de ser una virgen princesita, comentales, por favor, que los tampones no tienen nada que ver. 

4. Copa menstrual



Es una copa de silicona que se introduce en el canal vaginal y contiene el flujo. Al llenarse la copa, se vacía y se lava para insertarla nuevamente. Se puede tener hasta por doce horas. Posee las mismas ventajas de comodidad e higiene que los tampones, con el plus de que es reutilizable y reduce el impacto ambiental al no generar desechos. Desventajas: es difícil (o imposible) cambiarlas en lugares públicos, por lo cual no es la mejor opción para mujeres que pasan mucho tiempo fuera de sus casas.

5. Tampones lavables y esponjas



Estas son opciones menos comunes. Los tampones lavables son tampones hechos por lo general en croché de tela suave y que pueden ser lavados y reutilizados. Y las esponjas son básicamente eso: esponjas (por lo general esponjas marinas) que se insertan en el canal vaginal para absorber el flujo. Son poco prácticas para las personas que pasan mucho tiempo fuera de casa, pero son opciones económicas que merecen ser conocidas por aquellas mujeres que sientan que estas opciones las pueden ayudar.

Opinión: tengo la certeza de que las opciones aumentarán y se harán más eficientes a medida que avance el tiempo. La ciencia encontrará más y mejores opciones.

Opciones para aliviar el dolor
El dolor menstrual ocurre porque el útero se contrae para expulsar el flujo. Estas contracciones pueden producir espasmos abdominales y liberan sustancias llamadas prostaglandinas que producen dolor. A pesar de que las contracciones son naturales e inevitables, y el dolor afecta a algunas más que otras, hay algunos trucos que pueden ayudar a aliviar los dolores:

1. Ejercicio: la actividad física libera endorfinas, que nos hacen sentir bien y disminuye la sensación de dolor. No hay límites para los tipos de ejercicio que se pueden hacer durante el periodo: desde natación hasta inclusive sexo (sobre esto escribiré tal vez en otra ocasión), todo es posible. Pero es recomendable, no solo para la menstruación sino para la salud en general, mantenerse activa regularmente. El estar en buen estado físico nos hace menos propensas a los dolores menstruales, aparte de muchos otros beneficios para la salud.

2. Evitar las bajas temperaturas: las abuelas siempre nos hablaban de "la frialdad", y no era en vano. El frío contrae los vasos sanguíneos y hace que el dolor se acumule en una sola área. Subiendo la temperatura, los vasos sanguíneos se dilatan y el dolor se disipa. Para mantener el calor, un gran alivio son las bolsas de agua caliente sobre el vientre o sobre la parte baja de la espalda. También ayuda evitar el frío en general: no sentarse sobre superficies frías, abrigarse, no permanecer mucho tiempo en lugares con aire acondicionado. Las bebidas calientes ayudan, pero hay que escogerlas con cuidado, porque...

3. Se debe cortar con la cafeína: sabemos que el chocolate es nuestro gran compañero, pero sus contenidos de cafeína pueden perjudicarnos. Hay que moderar el consumo de café, té, mate, gaseosas cafeinadas, chocolate, y todo lo que contenga cafeína. Esta sustancia puede contraer los vasos sanguíneos, además de aumentar los niveles de estrés que pueden hacer de los días previos al periodo una pesadilla. Si necesitás una bebida caliente, recomiendo que pruebes té de manzanilla, frambuesa u otras hierbas que no contengan cafeína. Algunas hierbas con propiedades diuréticas pueden también ayudar con la retención de líquidos.

4. Ibuprofeno y otros antinflamatorios: no es necesario que el producto diga "fem" en su publicidad (dirigir solo a mujeres como algo especial las drogas genéricas es un truco para vendernos cosas), la droga genérica puede ayudar a aliviar los dolores. Es importante consultar con un médico sobre las cantidades que se pueden ingerir y sobre las alternativas si las drogas no funcionan.

5. Yoga: los estiramientos enfocados en la región pélvica y lumbar estimulan la circulación en dichas áreas y alivian los dolores. Además, los ejercicios de respiración oxigenan y relajan el cuerpo. Si decidís hacer yoga, conversá con alguien calificado que te pueda ayudar con lo que mejor funcione para tu cuerpo. La práctica regular de yoga otorga más beneficios que hacerlo solo durante el periodo.

Consideraciones importantes
Buscá la ayuda de un médico si:
  • Sangrás demasiado o por más tiempo de lo normal
  • Sangrás demasiado poco, por menos tiempo de lo normal, o si hay ausencia de periodo
  • Probaste todo para disminuir el dolor, pero no funciona
  • Tenés fiebre o vómitos
  • Estás embarazada (o creés que podrías estarlo) y tenés sangrado
Es importante que conozcas tus opciones a la hora de contener el flujo o lidiar con el dolor: no te quedes con lo que te enseñó tu madre (o abuela, o quien te haya instruido en esto). Preguntá, investigá, decidí. Tu periodo es solo tuyo y solo vos sabés lo que funciona. Aunque termines eligiendo las opciones más comunes, que sea porque realmente considerás que son las mejores para vos, y no solo "porque así te enseñaron".

Informate e informá a otras personas, no solo mujeres. Si los hombres se informan más van a poder eliminar muchos prejuicios (¿a alguien le suena la "histérica" que "está en sus días"?) y van a poder ayudar a las mujeres de su entorno (sí o sí tienen madres, hermanas, novias, amigas). Hablar de la menstruación y de cómo nos afecta nos va a ayudar a comprender mejor cómo funciona y cómo podemos integrarla mejor a nuestra vida cotidiana.

Fuentes:

-8 Ideas for Menstrual Cramp Relief | Everyday health: http://www.everydayhealth.com/womens-health/ideas-for-menstrual-cramp-relief.aspx

-Making the Switch to Reusable Menstrual Products | Natural Parents http://naturalparentsnetwork.com/reusable-menstrual-products/

-The Effects of Caffeine on a Woman's Menstrual Cycle | Livestrong http://www.livestrong.com/article/96768-effects-caffeine-womans-menstrual-cycle/

domingo, 31 de agosto de 2014

A mis amigas de flujo intenso


Después de años, volví a tener un accidente menstrual  y solo puedo decir una cosa: mis amigas de flujo intenso, que tienen que soportar esto todos los meses y para quienes estos accidentes son una realidad muy común, SON UNAS HEROÍNAS.

Hace unos años, hablaba en defensa de la menstruación, posición que sigo manteniendo, pero que me toca reconocer que es privilegiada. Pertenezco a un grupo afortunado de mujeres que tienen flujo leve y que no sufren dolores intensos durante la menstruación, y por eso puedo pegarme el tremendo lujo de decir que me gusta, que lo amo, que lo defiendo, etcétera.

Admito que no puedo ponerme cien por ciento en el lugar de otras mujeres al no vivir en carne propia la pesadilla que ellas viven mes a mes. Pero lo intento, y cada vez que me duela o que me ocurra un accidente voy a seguir pensando en lo poco necesario que es para mí todo esto.

Es verdad que me gusta conectarme con mi "esencia femenina" cuando menstrúo, pero mi útero y yo sabemos perfectamente que nunca vamos a producir. Lo ideal sería cortar con el sinsentido del ciclo menstrual de una vez por todas, pero por el momento no hay alternativas. Por el momento tenemos que aguantar la sangre, los dolores y los cambios involuntarios de humor. Pero tengo esperanza en que esto se hará maś simple en el futuro. No sé, digo.

domingo, 6 de julio de 2014

Feminismo y humor (I)

Convengamos que la mayoría de las formas de humor pueden resultar ofensivas en algún momento a cierto grupo de personas. Estas formas de humor, por lo general, siguen la norma implícita de "si yo hago una broma que se burla de un grupo social al que pertenezco, está bien". La mayoría de las comunidades discriminadas parecen guiarse por esta norma sin ofenderse. La ofensa llega solo cuando alguien de afuera hace el chiste.

Convengamos también que tenemos que saber reírnos de nosotros mismos. Y que a las personas feministas (en especial a las mujeres), esto nos cuesta bastante. Pero ¿por qué?

Todo esto viene a colación por lo que sigue. En el marco de la Copa del Mundo, en algún lugar de la red, me encontré con el siguiente chiste referente a la popularidad que ha tenido el futbolista argentino Ezequiel Lavezzi entre el público femenino (para gustos, colores. En fin.):




Percibo unos cuantos puntos de los cuales quiero hablar a partir de este chiste. 

Primero, y antes de echarle barro a todo esto, puedo decir que las mujeres podríamos empezar por no pagar con la misma moneda de ahora en adelante para fomentar una sociedad respetuosa de todos y todas.

Pero... ¿estamos pagando con la misma moneda realmente? Es un caso en que las mujeres expresan admiración (o baboseo, o guarrada también, si se quiere), y el mundo de cristal de muchos hombres se complica y se espanta cuando ve que hay mujeres que alzan su propia voz. Es para babosear, es cierto (es que los hombres jamás han usado su voz para babosear, ¡nunca!), pero se alza la voz para emitir una opinión que es de una y de nadie más.

Así como un adolescente que empieza a tener autonomía sobre su cuerpo abusa de ello al principio con un peinado alocado, tatuajes, vestimenta llamativa, etc.; puede que a las mujeres de voz incipiente se nos vaya un poco la mano con esta nueva voz sin darnos cuenta. Como cuando una amiga, en lugar de emitir una opinión favorable sobre un hombre atractivo, se sale un poco de control y se le escapa una guasada. Puede pasar. Mientras tanto, el hombre ha tenido voz propia por siglos, en los que no ha hecho el menor esfuerzo para controlar sus guasadas, sino que las sigue diciendo sin culpa.

Es aquí, en la guasada, donde no hay punto de comparación. La guasada es una falta de respeto, venga de quien venga y vaya a quien vaya, sin duda alguna. Pero hay una diferencia abismal entre este chiste y la cosificación que sufre el cuerpo de la mujer en realidad.

El hombre nace y es criado para pensar que tiene abiertas todas las oportunidades de éxito (académico, profesional, económico, etc.), y, si se lo compara con una mujer, definitivamente las tiene. Si una mujer lo encuentra atractivo, es solo un éxito más en su vida. Mientras tanto, la mujer crece pensando que el único éxito que puede conseguir en la vida es ser atractiva para los hombres.

El piropo de la mujer al hombre solo le da más poder a este, mientras que el piropo del hombre a la mujer es algo que ella supuestamente tiene que agradecer porque es el único objetivo en su vida. Nuestra cultura tiene esto bien metido en la cabeza, tanto que nos quiere hacer creer que es natural que el hombre nazca con poder y que la mujer nunca pueda ganárselo por sí misma, sino mediante el favor del hombre.


Por todo esto, me cuesta reírme de los chistes que se burlan del feminismo, en especial cuando son hechos por hombres que todavía ven al feminismo como una lucha que las mujeres hacemos solas, que todavía piensan que el privilegio que ellos tienen es algo que las mujeres tenemos que ganar y no algo que ellos deban ceder. Me molestan los chistes que se burlan del feminismo porque reducen a un chiste los abusos y la desigualdad que, de verdad, sin joda, estamos sufriendo las mujeres en todo el mundo.

Veo un chiste como "golpear a un princeso no te hace más mujer", y no puedo evitar pensar en las mujeres que de verdad están siendo golpeadas. Se resbalan por la raya del culo al mismo tiempo dos cosas: la violencia que ocurre contra las mujeres (porque a quién le importa que una mujer quede hecha polvo o muerta, era solo una mujer) y la violencia que ocurre contra los hombres (reforzando la idea de que los machos se tienen que aguantar todo y el que denuncia es un maricón).

Recordemos que minimizar así estos problemas sociales afecta a todas las personas. Y seré nomás la típica "feminista amargada", porque el machismo, lamentablemente, sigue amargando la vida de un montón de gente.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La fina línea entre empoderarse y denigrarse

Hace unos años, tenía una cita con un muchacho. La cita sería pagada a medias porque habíamos acordado que era lo justo. Le conté de esto a una amiga, la cual me aconsejó que tenía que "hacer valer mi vagina". Es decir, si el tipo quería avanzar conmigo, tenía que ganárselo. ¿Y cómo se lo ganaría? Pagando todo él.

En la mente de esta amiga, la mujer es un trofeo que el hombre se tiene que ganar. El hombre se mide por la capacidad monetaria que pueda tener para adquirir una mujer. El valor máximo de una mujer es su capacidad de ser deseada por el hombre que le pueda dar más lujos. El valor máximo de un hombre es el dinero que tenga para ganarse a la mujer más deseada.

No la culpo. La han educado para pensar así. A su madre también, a su abuela también, y así por generaciones y generaciones. Las mujeres hemos estado por muchos siglos en posición de necesitar un hombre que nos mantuviera, no porque no fuésemos capaces de mantenernos, sino porque eso nos han hecho creer. Hoy es cada vez más evidente que podemos valernos por nosotras mismas si queremos y que, también si queremos, podemos escoger la compañía de un hombre.

Un hombre llega a nuestras vidas como amigo, como hermano, como pareja, como lo que sea, y lo dejamos quedarse porque queremos, así como ellos se quedan porque quieren. La capacidad de adquirir cosas para nosotras no es criterio para que decidamos entablar relación con los hombres, al menos para algunas mujeres, que al ser capaces de sostenernos por nuestra cuenta, nos fijamos en otros aspectos de los hombres, no solamente su billetera.

Así como sigue habiendo muchas mujeres que se sienten poderosas a través de la explotación de su sexualidad, hay hombres que se sienten poderosos a través de la explotación de su dinero: las mujeres ven su cuerpo como un objeto al servicio masculino a cambio del cual recibirán algún beneficio económico y los hombres adinerados ven su dinero como un medio para conseguir "la mejor mujer".

Yo diría que estas mujeres y estos hombres se buscan mutuamente, se juntan y son felices juntos, si no fuera por el detalle de que en este tipo de relación la mujer, por poderosa que se crea, en realidad está en subordinación. La mujer en esta situación dirá que "tiene al hombre comiendo de la palma de su mano", porque puede hacer que el hombre le compre lo que quiera con tan solo subirle la temperatura un poquito.

Pero es lo opuesto. La mujer en esta posición no tiene poder real, sigue estando en dependencia: si no puede "hacer valer su vagina", no tiene ningún beneficio. Sin embargo, mientras el hombre tenga dinero, no solo puede tener mujeres: puede tener autos, casas, terrenos, servidumbre, todo lo que quiera y que pueda comprar. A esta mujer, su cuerpo le sirve solamente para conseguir hombres; a este hombre, su dinero le sirve para miles de cosas. Para el hombre que se cree poderoso de esta manera, la mujer es un lujo, puede prescindir de ella; para la mujer que se cree poderosa de esta manera, el hombre es una necesidad, porque sin el dinero del hombre no tiene ningún poder.

Así que esa mentalidad que nos han inculcado no cambia realmente hasta que podamos dejar de pensar que tenemos que conseguir de los hombres el favor de la manutención. Hasta que los hombres dejen de pensar que pueden comprar una mujer y disponer de ella como deseen. Hasta que nos demos cuenta de que somos igual de capaces, igual de dignas e igual de respetables.

martes, 1 de octubre de 2013

Bisexuales ocultos

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Como hace poquito se celebró el día de la bisexualidad yo, como bisexual, estaba pensando en que no me caían muy bien las personas bisexuales que se hacen pasar por heterosexuales, y traté de ver por qué me desagrada esta actitud.

Muchos gays y lesbianas también se hacen pasar por heterosexuales y, de alguna manera, yo, que me lanzo tan tolerante, tolero más esto que a un bisexual que finge. Pero ¿por qué?


El principal aspecto que veo es que el gay o la lesbiana finge completamente, dice que le gusta algo que jamás le va a gustar, tiene que crearse un personaje totalmente distinto a su persona para poder hacer su teatro frente a la sociedad.


Sin embargo, el/la bisexual, a pesar de ser también víctima de la sociedad homofóbica tiene la facilidad de poseer un, digámosle, "lado hetero".


Vamos a dar un ejemplo: cuando yo converso con mis amigas heterosexuales puedo hablar de lo más tranquila acerca de hombres, que este me parece churro, que este es feo, etcétera, porque, a pesar de todo, estoy siendo honesta. No finjo, no invento opiniones, no sufro al hablar de que me gustan los hombres. Solamente estoy ocultando que, aparte de atraerme hombres, me atraen mujeres. Mientras yo oculte ese aspecto de mi personalidad, estoy a salvo. Quizás mucha gente bisexual inconscientemente busca protegerse de esta manera, y no debería juzgar tanto porque cada uno tiene circunstancias diferentes.

PERO... ¿es esta la forma correcta de actuar, bisexuales? Es muy sencillo refugiarnos en el lado de nuestra personalidad que la sociedad acepta y ocultar el que la sociedad rechaza. Así conseguimos que nos dejen en paz, pero perpetuamos la incomprensión y la intolerancia. Le estamos pasando la pelota a los gays, lesbianas, trans y demás. Estamos dejando que se defiendan ellos, que se vean ellos. Evitamos participar de una lucha que también nos corresponde solo porque tenemos una especie de "ventaja" para sobrevivir.

Personalmente, me parece que si no nos hacemos ver como lo que realmente somos, la gente nunca va a entender lo que es la bisexualidad (quienes lo son sabrán todas las cosas insólitas que nos preguntan). Creo que tenemos que salir de la comodidad y empezar también a defender lo que somos.

¿Qué opiniones tienen ustedes?

lunes, 25 de marzo de 2013

Mirando una porción


Recuerdo una escena del colegio que me pichó bastante: yo estaba en noveno grado y faltaban relativamente pocas semanas para que terminara el año escolar. La vicedirectora se acercó a mi curso para darnos una charla acerca de las opciones que teníamos para el bachillerato: nos presentó cuatro, las cuatro disponibles en ese colegio.

En mi ingenuidad (tenía quince años ya, pero no necesariamente era astuta), yo dije: «Bueno, voy a seguir Ciencias Sociales porque es lo único que más o menos me interesa», y así fue. Ya a mitad del bachillerato, me había enterado de las otras opciones que había, y estaba relativamente conforme con mi decisión ...hasta que un día escuché de cierto bachillerato que me parecía el más adecuado para mí y que, si hubiese conocido su existencia cuando estaba en noveno grado, definitivamente habría seguido. Pero en ese momento ya era bastante tarde como para empezar de vuelta, por lo cual me tuve que fumar el resto de un bachillerato que no me satisfacía hasta que terminé el colegio.

Ya sé que podía haber sido más lista y averiguar por mi cuenta las diferentes alternativas y que esa falta de ingenio de mi parte no se justifica con nada. También sé que el bachillerato que una hizo no es limitante, que una se puede dedicar a lo que le gusta después sin ningún problema (en eso estoy) y que a lo mejor me estoy tomando todo esto demasiado a pecho.

Pero, de todos modos, me vuelve a veces esa frustración porque no toda la culpa fue mía: quienes debían informarme me brindaron una información incompleta (por un motivo de conveniencia, claro está). No me mostraron todas las posibilidades y yo tuve que decidir «lo menos peor» para zafarme de la situación.

Recordé esto como una asociación que hice en un instante entre las opciones que me presentaron para el bachillerato y los recientes debates de presidenciables, con solo cuatro candidatos determinados por posiciones en las encuestas. Si bien es responsabilidad -y astucia- ciudadana informarnos por nuestra cuenta de las opciones, es también bastante oscuro que los medios solo presenten una parte de las alternativas.

viernes, 21 de diciembre de 2012

«Relaciones diplomáticas»

Puede que este sea el momento apropiado para volver a delimitar ciertas interacciones con ciertas personas. Es verdad que esto es algo que todos hacemos cada tanto, inclusive sin darnos cuenta, pero tal vez en este momento las circunstancias se presten para llevarlo a cabo conscientemente y, ¿por qué no?, para detenerme a analizar, así sea tan solo de modo superficial, los motivos que me conducen a desear esta reorganización. 

Básicamente, sigo siendo yo, aunque ya no soy la misma. Conservo mi posición de siempre acerca de muchas cosas, pero no puedo ni debo negar que he cambiado, que estoy cambiando y que cambiaré más aun en el futuro. Crezco, conozco más, sé más, y eso me hace diferente a la que era hace unos años: más sensata, más preparada, más tolerante. Más pulida. Menos egoísta. Mejor persona, o por lo menos con más ganas de serlo. 

Y aquí es donde entro a chocar con algunas de mis relaciones. No se puede, por supuesto, coincidir en todo con todos. Las diferencias son necesarias y enriquecedoras, así que no precisamente por chocar voy a evitar todo contacto con quien choque conmigo, pues es importante que diferentes puntos de vista se alimenten mutuamente. 

Hay que tener presente, también, que en los casos de choque irreconciliable en los cuales las diferencias son tantas que no se puede hablar prácticamente de nada, no necesariamente responderé con total odio hacia la persona con quien estas diferencias se presenten.

Pero, cuando todo diálogo es insostenible, posiblemente convenga alejarme un poco. Noté la existencia de personas que parecen haberse estancado en el momento en que las conocí, sin asimilar los miles de cambios que han sucedido desde entonces; que piensan que tienen la razón en todo momento; que siempre evitan el cruce de ideas. Noté, y no sé cómo no me di cuenta antes, que quienes se muestran conservadores extremos en algún punto, fácilmente pueden mostrarse conservadores extremos en el resto de los puntos que se puedan debatir. Se resisten a lo desconocido cuando lo desconocido existe y modifica lo conocido constantemente.

Por esta actitud, entonces, tan opuesta a la mía de intentar manejar lo mejor posible la diversidad y los cambios, es que se ocasiona un choque irreconciliable. Así que en esto consistirá la restructuración que pretendo hacer: por mi bienestar y por bienestar de ellos, creo que lo más apropiado (al menos momentáneamente) es evitar el contacto y acercarme, en cambio, a personas que puedan enseñarme y aprender de mí, que estén dispuestas a escucharme y que las escuche. Un cambio de mis relaciones, en fin, que espero me haga bien, aunque no sé qué tan «diplomático» sea realmente.