domingo, 16 de octubre de 2011

Identidad televisiva hispanoamericana

Primero que nada, cabe aclarar que este artículo no se trata de los programas de televisión que se producen o se prefieren en Hispanoamérica. Hecha la aclaración, comienzo.

Para arrancar, quiero dar a conocer la crítica situación que está viviendo el doblaje. Bueno, los que odiamos los doblajes creemos fervientemente que el doblaje en sí es un reflejo de la grave situación en que se encuentra la humanidad: con la animación, digamos que es un poquito más aceptable; pero cuando se trata de gente que actúa frente a cámaras es una completa desgracia y estamos de acuerdo en que nada supera al audio en idioma original con subtítulos.

Pero eso no es precisamente lo que me ocupa hoy. Al doblaje le podemos dibujar una gran línea en el medio y dividirlo en sus dos grandes modalidades: "español" (del cual poco conozco, porque se escucha en España) y "latino" (que consiste, si vamos a ser estrictos, en un castellano "neutro", comprensible para todos, y que se escucha en toda América de habla hispana).

Esta segunda modalidad del doblaje, decadente y cada día más separatista (pese a su ideal inicial de que todos entendamos) es la que me da dolores de cabeza. Pasa que, durante los últimos años, eso del "neutro" se ha ido perdiendo de a poco. Y al menos yo me doy cuenta de esas cosas. Hay programas, en su mayoría doblados en México, que hace tiempo ya introdujeron varios localismos y abandonaron las expresiones "neutrales".

Por las dudas: yo valoro enormemente el léxico local de todas y cada una de las zonas en que se habla castellano, soy promotora incansable de la diversidad, pero el inconveniente, muy serio, que tenemos muchos otros hispanohablantes es simplemente que no entendemos lo que quieren decir con sus localismos.

Y ese es solo uno de los problemas. Hay otro tema, a mi parecer también grave, que se intensifica más con la todopoderosa televisión por cable: las grandes cadenas internacionales que tienen su versión "para Latinoamérica".

Bueno, vamos a acusar de una buena vez y dar un ejemplo, que sé que muchos de mis lectores odiarán, pero no es el único: MTV. Elijo este canal en particular porque en él se ve mucho mejor que en otros el completo fracaso del concepto "para Latinoamérica", que explico.

Este fracaso va más allá de una cuestión de la lengua, aunque la hay (pues sí, sus presentadores son o mexicanos o argentinos, no escucho otros acentos u otros localismos en ese canal). Abarca todo un concepto erróneo acerca de quiénes somos nosotros y cuáles son nuestras necesidades. Es una idea de rechazo, de ignorancia, que sostiene todavía que todos somos iguales de México para abajo.

Si bien es cierto que todas las personas que manejamos el castellano como lengua materna tenemos muchas similitudes culturales (basta ver el sitio "Cuanto cabrón" o las páginas de Facebook "Señoras que..." para ver cómo todos, seamos de donde seamos, nos matamos de risa con lo mismo), no somos iguales. Compartimos una lengua común, pero la cultura de cada región es propia y distinta a las demás.

Volviendo al ejemplo de MTV y a la cuestión de Latinoamérica, ese intento de englobar a un territorio tan extenso, con tanta diversidad cultural, con tantas diferencias, en un solo canal con solo dos representantes dialectales: uno de "arriba" (el grupo de presentadores mexicanos) y uno de "abajo" (el grupo de presentadores argentinos), es insuficiente.

Además del uso del idioma (porque olvidan a otros países de Latinoamérica que hablan otros idiomas), en este canal la representación artística (que me dirán que es una mierda, que solo representan basura, etcétera) es otro problema, pues se centra en unos pocos países de los muchos que vemos el canal. Países como el mío, y sus artistas, de hecho, quedan totalmente invisibilizados con este intento que hace la gran cadena de llegarnos a todos al meternos en la misma bolsa. Y, repito, es solo un ejemplo de los muchos que hay.

No sé si alguien más se dio cuenta, pero tal vez este ya sea uno de los primeros inconvenientes que surgen del proceso inminente de la fragmentación del castellano. Tal vez muchos ni siquiera noten que haya un inconveniente aquí, y mucho menos que sea de esta índole, pero es en verdad bastante evidente.


Y, pese a que son problemas, tenemos que estar atentos a ellos y celebrar el hecho de que surjan, porque estamos viviendo una etapa histórica privilegiada dentro de este proceso: lo estamos viendo suceder (algo que a cualquier lingüista le encantaría vivir), no estamos ni antes ni después.

Mientras me quejo, iré documentando cómo evoluciona esto y adónde nos lleva.

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